Cuando les explico que no estoy siguiendo ninguna fórmula mágica, que es tan sencillo como comer de forma saludable y hacer ejercicio físico, y al mismo tiempo tan increíblemente complicado como eso. En muchos casos ni siquiera se lo terminan de creer, te miran con aire desconfiado, algunos como si quisieras quedarte el truco para ti sola, y otros con preocupación, convencidos de que estás siguiendo alguna dieta peligrosa.
¿Cómo hemos llegado al punto de que nos resulte fácil creer en sustitutivos, pastillas, jarabes, dietas milagros... y nos cueste tanto creer en el ejercicio y en la alimentación saludable?